martes, 18 de junio de 2013

El mundo según los xhosas (2006)



Después de Ciudad del Cabo, decidí visitar la Ciudad de Umtata, en la Provincia del Cabo Oriental de Sudáfrica, y sus zonas aledañas, Qunu, Mvezo y Quequesweni, donde Nelson Mandela nació y vivió su infancia.
Esto me dio la ocasión de visitar el museo erigido en su honor, las placas conmemorativas de algunos hitos de su vida y la casa que se hizo construir en Qunu como réplica exacta de la residencia en la que estuvo preso tras ser liberado de Robben Island, en Víctor Verster, Ciudad del Cabo.
Pero más aún, me dio la oportunidad de sumergirme en la exquisita cultura de los xhosas.


El nombre

El origen del término “xhosa” es discutido. Una leyenda refiere que uXhosa es el nombre de un legendario jefe que en la primera mitad del siglo XVI habría decidido separarse de la nación Nguni o, menos modestamente, que habría sido el primer habitante sobre la tierra (otra línea sugiere que el pueblo desciende de un personaje mítico llamado Tshawe). La nación Nguni floreció en Africa Central (en la región de los Grandes Lagos, más exactamente) aglutinando diversos pueblos bantus que habían migrado allí desde Africa occidental-ecuatorial (la actual Camerún). Tras la secesión, los seguidores de uXhosa habrían migrado hacia el sur del continente y se habrían asentado en la actual provincia del Cabo Occidental, donde habrían entrado en contacto con los pueblos Khoikhoi y San. La segunda teoría sostiene, precisamente, que el vocablo deriva de la palabra Kosa que, en una de las lenguas Khoikhoi significa “gente enojada” o “gente feroz”.


Distribución geográfica

Cualquiera haya sido el origen de su nombre, lo cierto es que este maravilloso pueblo convivió en la zona del Cabo durante un buen tiempo con los pueblos Khoikhoi –de los que tomó prestados los “clicks” característicos de su lengua, a los que me referiré luego. Con la llegada de los europeos al Cabo, y los enfrentamientos que a poco tuvieron lugar, los xhosas debieron desplazarse hacia el este. Luego se toparían con la expansión de los zulus comandados por el legendario Shaka, que los obligó a retraerse en parte hacia el este, o a dirigirse hacia el norte. Los odios tribales entre zulus y xhosas que nacieron en aquélla época aún juegan un rol decisivo en la agenda política sudafricana.
Según el censo de 2001, habitan en Sudáfrica aproximadamente 8 millones de xhosas (un 17,5% de la población total), por lo que constituyen el segundo grupo tribal en número, después de los zulus. Se encuentran distribuidos principalmente en las Provincias del Cabo Oriental y Occidental y, si bien todos sus integrantes se reconocen como amaXhosa (gente xhosa), están distribuidos en distintos grupos, como los abaThembu, amaBomvana, amaMpondo, amaMpondomise, amaBhaca, amaXesibe, amaMbo.


La lengua, música para los oídos

La lengua de los xhosas se llama isiXhosa. Desde la lingüística, suele ser clasificada como lengua Bantu (junto a las lenguas isiSotho, isiPedi, isiTswana, isiVenda e isiTsonga), de la subespecie Nguni (junto a las lenguas isiZulu, isiNdebele e isiSwati).
La lengua era transmitida por tradición oral hasta el año 1823, cuando el Reverendo John Bennie de Lovedale, integrante de la Sociedad Misionera de Glasgow, produjo la primera ortografía en base al alfabeto latino. Esta fue revisada varias veces hasta que en 1955 el Profesor HW Pahl redujo el alfabeto a las 26 letras que se utilizan en la actualidad.
La nota más saliente de la lengua son sus característicos “clicks”, pese a que éstos no son originarios de las lenguas Nguni, sino que han sido tomados de las lenguas Khoi-San.
En isiXhosa existen tres clicks básicos:

1- El click “qué lástima”: la onomatopeya que suele acompañar al sentimiento de “qué lástima” surge de un click dental: se lleva la punta de la lengua a la parte posterior de los dos dientes frontales y luego se le retira con fuerza hacia abajo;

2-El click del “descorche de champagne”: para imitar el sonido que produce el descorche del champagne hay que presionar la parte frontal de la lengua con el paladar duro que está detrás de los dientes posteriores, y retirarla rápidamente y con fuerza;

3-El click del “caballo”: para incitar al caballo al galope se efectúa un click lateral, llevando el lado de la lengua contra los dientes superiores y retirándola.

Estos tres clicks, a su vez, pueden ser “aspirados”, con lo cual ya tenemos seis variantes de clicks.
Pero para tornar las cosas aún más complejas, los tres clicks, aspirados o no aspirados, pueden combinarse con cuatro tipos de consonantes o combinaciones de consonantes: voceadas, nasalizadas, nasalizadas voceadas y nasalizadas no voceadas. De todas estas combinaciones surgen veinticuatro sonidos únicos. Y cada palabra, finalmente, pueden tener uno o varios de estos sonidos.
Por ello, pese a que uno pueda no entender qué se está diciendo, es un verdadero placer escuchar a los xhosas hablar en su lengua. Cuando la conversación deviene vivaz, uno hasta podría bailar al son de los mágicos sonidos.
Como si esto fuera poco, la lengua isiXhosa ofrece muchas otras notas de color, entre las que me permito destacar las siguientes:

a) En isiXhosa madre es “no” y padre “so”. Los nombres de muchas ocupaciones se traducen como “madre de” o “padre de”. Así, por ejemplo: unoposi (lit. madre de las cartas) es el cartero; unoteksi (lit. madre del taxi) es el taxista; unontlalo-ntle (lit. madre del trabajo por el mejoramiento de las condiciones de vida) es el trabajador social y unongendi (lit. madre de no casarse) es una monja. Del mismo modo, usompempe (lit. padre del silbato) es el árbitro y usomandla (lit. padre del poder) es Dios. Si bien no responde a esta estructura, resulta curioso saber que abogado es igkwetha (lit. el que da vuelta todas las cosas).

b) Existen expresiones idiomáticas para referise a distintos momentos del día que son muy interesantes. Así, por ejemplo, xa kumpondo zankomo (lit. cuando los cuernos del ganado están visibles) es bien temprano en la mañana y xa libantu bahle (lit. cuando los rayos del sol barnizan a la gente con oro) es el atardecer.

c) Si una persona necesita ayuda, dirá ndicela izandla (lit. “pido manos”) y ayudarse unos a otros es isandla sihlamba esinye (lit. una mano lava la otra).


Las etapas de la vida

Como muchos otros pueblos, los xhosas dividen su vida en varias etapas bien diferenciadas, el nacimiento de las cuales es sellado con un rito específico.

a) El nacimiento. Todo comienza, claro está, con el nacimiento. Este, aún hoy, sigue teniendo lugar en gran medida dentro de las casas y es atendido por las parteras especializadas de la comunidad. Sólo pueden estar presentes la parturienta, la partera y sus familiares y amigas mujeres.

b) Entierro de la placenta y del cordón umbilical. Inmediatamente después del parto, tiene lugar el entierro de la placenta y del cordón umbilical, usualmente dentro del terreno perteneciente al jefe de familia. En isiXhosa hay un saludo tradicional que pregunta Inkaba yakho iphi? (lit. ¿dónde está tu ombligo?). La respuesta permite conocer dónde uno vive, cuál es su clan y cuál su estatus social, de ahí la importancia del rito, que determina quién es cada cual.

c) Reclusión de la mujer en el hogar. Tras el parto, la mujer permanece recluida en su hogar durante diez días junto al recién nacido. Ningún hombre, incluido el marido, puede entrar a la casa.

d) Presentación del bebé en sociedad. Transcurrido este tiempo, el bebé es presentado en sociedad. La comunidad, encabezada por el padre, se reúne afuera de la casa, expectante, para darle la bienvenida. La mujer sale con el bebé en brazos, lo alza y presenta, entre aplausos, cantos, chillidos y bailes. Suele seguir un festejo con comida y bebida.

e) Asignación de nombre. Aquí tiene lugar, también, la ceremonia de asignación del nombre. El nombre, para los xhosas, es de vital importancia, y suele reflejar las esperanzas, aspiraciones, emociones, cualidades especiales, eventos históricos e incluso circunstancias familiares al momento del nacimiento. Así, por ejemplo, si un niño varón es nombrado Kwanele (lit. suficiente) significa que la familia no desea tener más hijos después de él. Si una niña es nombrada Zenzile (lit. te has hecho esto a ti misma) es probable que haya nacido después de un parto muy largo y doloroso. Del mismo modo, si es nombrada Nomakhwezi (estrellas) probablemente nació en una noche muy estrellada, o si es Nomvula (lluvia) en un día de inusual tormenta.

Uno de los xhosas más célebres es, sin duda alguna, Nelson Mandela (aunque cabría mencionar también al actual Presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, y a freedom fighters de la talla de Robert Sobukwe y Steve Biko). Pues bien, el nombre xhosa de Nelson Mandela es Rholihlahla (lit. arrancar una rama de un árbol) que significa “provocar una disputa”, aunque coloquialmente se entiende como “problemático”. El propio Mandela, en su autobiografía Un Largo Camino hacia la libertad, señala que de algún modo su padre, al asignarle ese nombre, vaticinó los muchos problemas que su hijo habría de ocasionar. También menciona que su nombre Nelson, de origen inglés, le fue asignado por su maestra de la escuela primaria (en aquélla época no se admitía utilizar los nombres xhosas en las escuelas), probablemente dada su admiración por el célebre almirante británico.
Los xhosas, además, llevan su nombre de clan, llamado isiduko. El clan es una estructura social dentro de una tribu que nuclea a las personas que pueden trazar sus orígenes a un ancestro hombre en común. El nombre de este ancestro será el nombre del clan.
Cuando dos xhosas se encuentren por primera vez, es costumbre que se pregunten por sus nombres de clan diciendo Khawuzibonge o Khawuzithuthe.
Para expresar admiración por alguien públicamente suele utilizarse también el nombre del clan, seguido del nombre del sub-clan. Esto explica por qué en muchos eventos Nelson Mandela ha sido anunciado, cariñosamente, como Madiba (este es su nombre de clan).
El nombre de clan también marca los impedimentos matrimoniales. Entre los xhosas, un hombre y una mujer con el mismo nombre de clan no podrán contraer matrimonio porque se entiende que están relacionados.

f) Ritual de pasaje de niño a hombre. Los xhosas consideran que un varón, al arribar a la edad de entre 16 y 18 años, está en condiciones de convertirse en hombre. Los ritos que se desarrollan en miras a sellar tal pasaje reciben el nombre de ukwalusa.
Todos los años, cuando llega el invierno, conocido como ubusika (lit. la estación de corte), todos los jóvenes en edad de convertirse en hombres son reunidos en la comunidad. En esta etapa se los llama abakhwetha. Los abakhwetha luego se retiran a las montañas o bosques por un período que oscila entre las tres semanas y varios meses. Allí son acompañados por ancianos de la comunidad, conocidos como amankhata,   quienes les transmiten las tradiciones de la cultura xhosa. En especial, en este período se les enseña qué significa ser hombre, cuáles son los deberes y derechos de hombres y mujeres (muy estereotipados, por cierto) e, incluso, los “trucos” a los que un hombre debe recurrir para satisfacer sexualmente a su mujer y, naturalmente, tener hijos. Tienen lugar una serie de ritos (cantos, baños, bailes, ejercicios físicos) que, se supone, deben permanecer secretos, el más importante de los cuales es la circuncisión. La noche anterior los jóvenes permanecen desnudos y sus cuerpos son espolvoreados con yeso blanco (según me dijeron, esto hace que los malos espíritus que puedan descender esa noche no los adviertan). Por la mañana, los muchachos aguardan en ronda su turno, entre cantos y música de bombos. Llega el ingcibi (lit. especialista) que ha de efectuar los cortes, uno tras otros, con una increíble precisión. Cuando le llega el momento a uno, en el instante preciso del corte, debe exclamar: Ahora sí soy un hombre! Y no llorar. Porque una de las cosas que aprendieron es que los hombres xhosas no lloran (de esta manera el ritual contribuye a inculcar un sentido al dolor y prescribe un modo de sobrellevarlo). Si un niño sale corriendo, llora o no dice la frase con hombría, puede esperar ser rechazado por sus compañeros de iniciación. Todas las personas con las que conversé me confesaron que la experiencia es tremendamente dolorosa pero que, a pesar de ello, nunca se han sentido más exultantes. Por el cuchillo se convierten en hombres, amakrwala. A partir de ese momento pueden tener relaciones sexuales (muchos me dijeron que si una muchacha advierte que el joven no está circuncidado, puede llegar a rechazar la relación sexual), contraer matrimonio, participar de la discusión de los asuntos públicos de la comunidad y, en los festines públicos, comer las mejores piezas de los animales sacrificados (llamadas incum, en general el pechito de la vaca o buey). Antiguamente, los ingcibi utilizaban siempre la misma cuchilla. Pero, como consecuencia del SIDA, hoy en general cada uno de los iniciados tiene su propia hoja, que luego se quema. Sobre la herida se coloca una combinación de plantas y raíces con propiedades absorbentes, cicatrizantes y antisépticas (en especial una planta llamada incwadi).  Terminado el ritual, los jóvenes se pintan la cara de color ocre (este color simboliza la felicidad y la fe y es el favorito de los ancestros, tal es así que los amaXhosa eran conocidos también como “gente ocre”) y regresan a sus comunidades. Esto tiene por objeto dar a publicidad su nuevo estado. De este modo, una muchacha puede conocer que ese joven ya está en condiciones de casarse. Al regresar a la comunidad, son recibidos con mucha alegría por sus padres, parientes y amigos. Las viejas ropas se queman (simbolizando la destrucción de todo cuanto uno tenía de niño) y se le dan como regalo ropas nuevas, de hombre. También las familias suelen regalarle vacas o tierras (aunque ahora es también corriente el dinero en efectivo) de modo tal de que pueda iniciarse económicamente. Se producen festejos donde se sacrifican animales para la ocasión (umsebenzi) y se elabora (y bebe en grandes cantidades) una bebida tradicional llamada umqombothi, a base de maíz y sorgo fermentados. En Khayelitsha conocí a un muchacho que acababa de volver de las montañas y aún tenía la cara pintada de ocre. Caminaba con ropas nuevas y mucha dignidad e hidalguía. Hoy es el día más feliz de mi vida, me confesó. El propio Nelson Mandela contó con detalles su rito de iniciación en su autobiografía.

g) Ritual de pasaje de niña a mujer: Cuando se advierten los signos de la llegada de la primera menstruación, la niña es recluida en una choza distinta de aquélla en la que vive habitualmente, pero que se encuentra en general dentro del mismo terreno. Allí va a permanecer entre 15 días y 2 meses, asistida por una anciana (también conocida como amankhata) que ha de transmitirle qué se espera de ella como mujer, y cuáles serán sus obligaciones. A partir de ese momento, asume condición nupcial.

h) Matrimonio: Aún hoy, muchos matrimonios entre los xhosas suelen ser concertados por las familias, requiriendo o no el consentimiento de los interesados, aunque esto es menos frecuente en las áreas urbanas. En todos los casos, no obstante, se considera que el matrimonio es una alianza de familias, no sólo de los propios contrayentes. Algunos consultan los oráculos para ver si la nueva pareja gozará de buena fortuna. Si se avanza en esa dirección, comienzan las extensas negociaciones por la dote (lobola). Aquí, los jefes varones de ambas familias se reúnen para acordar el monto y composición de la dote que la familia del novio ha de pagarle a la familia de la novia, los cuales han de depender de factores como la belleza física de la novia, su estatus social y lo invertido en ella por sus padres (en alimentación, educación). Originalmente se trataba de vacas, pero en los tiempos actuales se recurre también al dinero en efectivo (o incluso a un automóvil o motocicleta). Si bien la cultura no considera a la lobola un “precio que se paga por la compra de una mujer” (muchas mujeres me han contado que se sienten valoradas por la lobola porque sus futuros maridos y sus familias deben hacer esfuerzos grandes por gozar de su compañía), a veces funciona con esa percepción. Tras el matrimonio, la mujer va a vivir junto a la familia del novio y se encuentra, en general, bajo las directivas de su suegra, a la que debe respetar. Si sufriera algún tipo de abuso por parte de su marido o su suegra, puede que quiera volver con su familia de sangre. A veces la familia de sangre, al escuchar los reclamos, tiende a minimizarlos o a restarles importancia, porque un eventual divorcio traería aparejada la devolución de la lobola. Por ello, la muchacha golpeada o abusada suele ser alentada a volver al hogar de su marido, y a respetarlo. Si continúan los abusos puede ocurrir que las familias se reúnan a discutir el asunto e, incluso, llevarlo a conocimiento del jefe de la comunidad para que adopte una decisión al respecto. Todo esto hace que la disolución del vínculo matrimonial sea difícil y poco frecuente, por lo que esto no debe ser considerado, claro está, como un indicio fiel de la felicidad de la pareja.
Cuando estuve en Qunu, se estaban preparando los festejos del matrimonio de uno de los nietos de Nelson Mandela. Allí me contaron que en todo matrimonio tres cosas no pueden faltar: la usalipulile (una pipa que sólo fuma la mujer y se entrega en el momento de la celebración), la itambeka (cinta que luce la mujer en su cabeza que demuestra que es virgen) y la nomlenjle (tela que oculta las caderas de la novia –según los xhosas la parte más sensual de una mujer- para disipar la tentación de los hombres presentes en la celebración).

i) Funeral. A los xhosas, como a todos los seres humanos, les llega la muerte. Y, como todos los seres humanos, sufren la pérdida de sus seres queridos. Es por eso que la lengua isiXhosa cuenta con un sinnúmero de eufemismos para referirse a la muerte de alguien. Así, suele decirse ukudoduka (lit. se ha ido a casa), ukusweleka (lit. se ha convertido en escaso), ukubeka inqawa (lit. ha dejado la pipa), ukusiwa kooyise (lit. ha sido llevado por los ancestros). Si uno quiere expresar empatía ante el fallecimiento de una persona, puede decir akuhlanga lungehlanga (lit. lo que ha pasado no es lo que no pasa). Ante la muerte, suele existir un período de duelo (donde todas las mujeres se reúnen a llorar desconsoladamente) mientras se preparan y distribuyen comidas para los presentes (los funerales suelen demandar gran parte de la economía de las familias) y luego tiene lugar el entierro. Los xhosas creen que, tras perecer, el muerto reside con los ancestros, observa todos los acontecimientos terrenales (y exige respeto) y en ocasiones especiales pulula entre ellos. Los ancestros actúan además como intermediarios ante el Ser Supremo, llamado uThixo o uQamata. Muchos han sido convertidos al cristianismo, con lo que tales creencias conviven, sincréticamente, con las ideas cristianas al respecto.


Economía

Desde su llegada al sur del continente, los xhosas se han dedicado a la agricultura y a la ganadería. Algunos autores han observado una estratificación social entre agricultores y pastores, en la que éstos últimos ocuparían la cúspide de la escala.
De hecho, el ganado (iinkomo) siempre ha sido el centro y orgullo de la vida xhosa, representando riqueza y respeto. Además de ofrecer leche, carne y cuero, tiene un valor muy especial en el sacrificio ritual y en la dote (lobola). No es casual, pues, que uno modo alternativo de decir gracias sea Maz´ enethole (lit. una vaca y su ternero) implicando que una madre hace todo por los suyos.
El ganado como expresión de la riqueza ha ido siendo reemplazado por el dinero, pero su importancia pervive en el lenguaje. Así, el término para designar el capital es inkunzi (lit. toro) y la palabra para designar al interés, fruto del capital, amathole (ternero). Valgan aquí, pues, las analogías con el origen de nuestras palabras capital (del latín cápita, en tiempos en que la riqueza en Roma se medía, también, por la cantidad de cabezas de ganado) y peculio (ingreso, del latín peculium, ganado).
En los tiempos actuales, y especialmente en las zonas urbanas, la actividad económica está diversificada.

Tres personajes para tener en cuenta

En la tradición xhosa, tres personajes tienen mucha importancia. Se trata del inkosi, el imbongi y el sangoma.
El inkosi es el jefe de la comunidad y reúne en sí poderes ejecutivos, legisferantes y de resolución de conflictos entre los miembros de la comunidad (tarea para la cual suele ser asistido por un Consejo de Ancianos integrado por las personas más longevas).
El imbongi es el guardián de los valores y prácticas de la sociedad: es la voz de la nación. Suele vivir muy cerca del jefe y acompañarlo a todos los actos públicos (aún hoy, el imbongi ha estado presente en la liberación de Nelson Mandela, en su asunción como presidente en 1994 y, cada año, en la apertura del Parlamento). Puede alabar o incluso criticar al jefe y comentar los asuntos públicos con impunidad. Ha ido desarrollando un estilo poético que con el tiempo dio nacimiento a la tradición oral de la poesía de alabanza xhosa (llamada izibongo).
El sangoma, por su parte, es el médico tradicional, adivinador y hechicero de la comunidad. Si bien habré de abordar con mayor detenimiento el rol de los sangomas en otra crónica, cabe mencionar aquí que no sólo conoce las propiedades de las plantas medicinales, sino que sirve de medium con los ancestros, quienes pueden revelarse mediante sueños o en un trance. Cuando los ancestros se valen de la boca del sangoma para hablar, la voz es conocida como nomathotholo. Dada la similitud de tales voces con las emanadas de una radio, a ésta última se la conoce, curiosamente, como unomathotholo.

Costumbres culinarias

La dieta de los xhosas está basada en el isidudu (polenta de maíz blanco), a la que mezclan con carne (de vaca, cabra, cordero u oveja, constituyendo la cabeza de ésta última un delicatessen muy apetecido). Entre las verduras, se destacan la calabaza hervida (ithanga) y los porotos secos (umnqusho).
La leche se deja fermentar al aire libre y se convierte en amasi, altamente preciada entre los xhosas. Preparan también distintas bebidas alcohólicas a través de la fermentación del maíz y el sorgo (umqombothi y ublayi son las preferidas).

La hospitalidad

Por último, no puedo evitar referirme a la hospitalidad de los xhosas, de la que tanto se enorgullecen.
La hospitalidad está regida por el ubuntu (lit. humanidad, decencia) que engloba todos los atributos del cuidado del prójimo. Hay un proverbio isiXhosa al efecto que dice Umntu ngumntu ngabantu (lit. uno es uno a través de los otros).
El ubuntu manda el saludo obligado entre quienes se conocen y quienes no se conocen, el respeto por los mayores, los códigos lingüísticos que, en honor al respeto, cabe emplear en cada caso, y la cultura del invitar y aceptar. Esto queda reflejado en la expresión Awumgeni emzini ungatyi (no se entra a una casa y no se come).


En el continente en el que hizo su primera aparición el bípedo implume, existen más de mil grupos étnicos distintos, cada uno de los cuales ha ido forjando y moldeando, a lo largo de milenios o centurias, su propio lenguaje, costumbres, instituciones y creencias.
Muy poco se conoce de ellos de este lado del charco, y pervive una tendencia a colocar a todos los africanos en una misma bolsa, rotulada de salvajismo e incivilización que, como siempre, oculta, abriga y legitima intereses oscuros, de dominación del hombre por el hombre.
Aquí he querido dejar plasmada mi admiración por tan sólo uno de esos mil pueblos, los xhosas. Conocer la riqueza y complejidad de su cultura ayuda a comprender.


Y la comprensión obliga al respeto.

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