“Magal” es un término de la lengua
wollof -hablada por el grupo étnico mayoritario de Senegal y, en consecuencia,
devenida lengua franca en dicho país- que significa “elevar”.
Etimológicamente la palabra “magal”
significa “rendir homenaje, celebrar, magnificar”.
En el Grand Magal los miembros de la
cofradía islámica mouride celebran la partida hacia el exilio a Gabón de su
líder religioso, el Cheikh Ahmadou Bamba, desde el nacimiento mismo de la
cofradía, a fines del siglo XIX.
El festejo del Grand Magal más
importante tiene lugar cada año en la Ciudad de Touba, Senegal, ciudad santa y
capital espiritual del mouridismo, a donde concurren millones de personas de
todo el país y de la diáspora. Se trata de la festividad religiosa más importante
del año.
En el Grand Magal se realizan cantos
en honor al Cheikh y se recitan sus poemas, conocidos como khassaides.
En enero de 2011 tuve el privilegio
de asistir a la celebración del Grand Magal en la Ciudad de Touba.
El primer desafío fue llegar.
Durante los días festivos, las rutas quedan completamente colapsadas por los
vehículos. Yo partí desde la Ciudad de Diourbel, ubicada a 45 km de Touba, y el
recorrido me llevó más o menos seis horas. Viajé en la caja de un camión
repleto de personas ansiosas por llegar a la Ciudad Santa. A lo largo de toda
la Route Nationale Nro. 3, que comunica ambas ciudades, hay voluntarios que
arrojan bolsas de agua a los peregrinos. El viaje se vive en un clima festivo y
durante el recorrido se entonan cantos en honor al Cheikh. Como los
embotellamientos no permiten movimiento alguno, a veces los camiones se salen
de la ruta y van a través de la tierra, esquivando árboles (para evitar que las
personas que estábamos en la caja del camión fuéramos golpeadas por las ramas
de los árboles, un joven se ofreció como vigía y, cuando veía las ramas, daba el grito de “Uaf” y todos, al unísono, nos poníamos al ras de la caja, entre
risas).
Una vez en la Ciudad, me dirigí a la
Gran Mezquita, construida en 1963 en el lugar en el que fue enterrado el Cheikh
Ahmadou Bamba, en 1927.
Allí me encontré con un amigo de
Ababacar Sadikh Sow (un migrante senegalés que vive en Argentina, estuvo bajo
mi tutela cuando fue un niño no acompañado y ahora trabaja en la Defensoría
General de la Nación), quien me invitó a celebrar el Magal en la casa de su
familia. El Grand Magal es también una oportunidad para reunir a toda la
familia “extendida” (extendida, claro está, desde una perspectiva occidental,
que tiene en mente, como único modelo de familia posible, la “familia nuclear”).
Me invitaron a compartir un
exquisito thiebu dien (arroz con
pescado) presentado en una elegante bandeja de acero inoxidable. Ese plato
común se sitúa en el centro y todos comen de allí, de rodillas o sentados, con
la mano derecha –la izquierda queda reservada para higienizarse en el baño y,
en consecuencia, queda excluida del contacto con los alimentos, el dinero y
otras manos-. En general, se come en silencio, tras la bendición (con la palabra bismillah). Cuando uno se encuentra satisfecho, se retira tras
pronunciar la palabra alhamdulillah,
y se quedan quienes aún no han saciado su apetito. El anfitrión se encuentra
atento a todos sus invitados, y es el encargado de repartir la carne, situada
en el centro del plato, entre los comensales. Así, el anfitrión va desmenuzando
la fuente de proteína y la va distribuyendo equitativamente entre los
comensales. Según me dijeron, en algunos lugares de Senegal, si uno deja granos de arroz
en su sección del plato, debe pagarle al anfitrión 1 cfa por cada grano, como
un modo de darle valor a la comida. Esta forma de comer en común constituye una
magnífica adaptación a situaciones de escasez relativa de alimentos, signada
por un código de expectativa de reciprocidad (en castellano: si hoy yo tengo
comida y vos no, te invito a compartir mi comida, y si mañana vos tenés comida
y yo no, entonces podré esperar que me invites a compartir la tuya).
Tras terminar de comer, nos sentamos
en unos sillones y bebimos ataia (té
verde chino que se prepara muy lentamente, es dulce y espumoso y se bebe en
pequeñas tacitas) mientras conversamos vivazmente sobre política y religión,
con el televisor todo el tiempo prendido destellando las imágenes del festejo del Grand
Magal en la Gran Mezquita y las palabras y actos del descendiente del Cheikh
Ahmadou Bamba. Luego de ello, nos fuimos a dormir, varones por un lado, mujeres por otro.
A la mañana siguiente, me encontré
con Adama Faye, el hermano de Alhaji Sall (migrante senegalés que tiene su
puesto de venta en Talcahuano 624, frente a la Comisión de Refugiados de la
Defensoría General de la Nación), quien se encontraba en Touba vendiendo las
chalinas que teje en el telar artesanal situado en la parte trasera de su casa,
en Diourbel. Me llevó a conocer a la madre y la esposa de otro migrante
senegalés que vive actualmente en la Argentina.
Por la tarde, fuimos a la casa de la
familia de Ababacar en Touba, donde tuve el placer de conocer a su mamá, a
su esposa, a su pequeña hija (aún antes que él mismo) y a sus hermanos y
hermanas. Junto con los hermanos de Ababacar, fuimos a visitar al marabout (líder religioso) y regresamos
a la casa por la noche, donde compartimos una deliciosa camel, carne de camello (durante
el Grand Magal, muchos marabouts regalan ganado y camellos a las familias que acuden
a la celebración). Tras visitar a otros parientes y compartir ataia, volvimos a la casa, donde junto a
sus hermanos dormimos en la terraza de la casa, bajo las estrellas.
A la mañana siguiente, tras beber un
café touba (café molido con jarr, una especia picante como la
pimienta) emprendí la partida hacia Mali.
Los migrantes senegaleses que viven
en Argentina también celebran el Grand Magal en Buenos Aires. La Dairaa, organización religiosa, suele buscar
una locación a tal fin, a la que acuden los migrantes vestidos con sus hermosos
y coloridos grand-babu y permanecen
toda la noche en vela. Si vos, lector, vivís en Buenos Aires y querés unirte al festejo, la comunidad te dará la bienvenida con su habitual hospitalidad y te invitará a compartir un café toubá.
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Jóvenes en el camión, a la salida de Diourbel |
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Publicidad alusiva al Grand Magal 2011 |
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Tren atestado de gente camino a Touba |
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Jóvenes en la caja del camión, camino a Touba |
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Disfrutando del viento en la Route Nationale Nro. 3 |
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Felicidad en el camino a la Ciudad Santa de Touba |
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Niños llevan suministros de agua en un burrito |
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Embotellamiento en la RN 3 |
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Arribo a la Ciudad de Touba |
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Puerta de entrada a Touba, capital espiritual del mouridismo |
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Una de las tantas mezquitas de la Ciudad de Touba |
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Peregrinos en la Gran Mezquita de Touba |
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Minarete principal de la Gran Mezquita |
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Gran Mezquita, donde se encuentra enterrado el Cheikh Ahmadou Bamba |
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Varones rezando afuera de la Gran Mezquita |
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Una familia en la Gran Mezquita |
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Mujeres con sus mejores prendas para el festejo del Grand Magal |
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Madre de un migrante senegalés, vendiendo chalinas |
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Adama Faye (con gorro) con sus familiares |
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La madre de otro migrante senegalés que vive en Argentina |
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Thiebu dien en bandejas de acero inoxidable |
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Preparativos de la comida de una familia para el Grand Magal |
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Amaneciendo en la terraza de Touba |
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Uno de los tantos medios de transporte público de Touba |
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Un pastor con su rebaño en Touba |
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Calles de un barrio de Touba, coronadas por el baobab |
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Preparativos del café toubá |
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Con la familia de Ababacar Sadikh Sow |
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