jueves, 18 de julio de 2013

Grand Magal, Touba, Senegal, 2011

“Magal” es un término de la lengua wollof -hablada por el grupo étnico mayoritario de Senegal y, en consecuencia, devenida lengua franca en dicho país- que significa “elevar”.
Etimológicamente la palabra “magal” significa “rendir homenaje, celebrar, magnificar”.
En el Grand Magal los miembros de la cofradía islámica mouride celebran la partida hacia el exilio a Gabón de su líder religioso, el Cheikh Ahmadou Bamba, desde el nacimiento mismo de la cofradía, a fines del siglo XIX.
El festejo del Grand Magal más importante tiene lugar cada año en la Ciudad de Touba, Senegal, ciudad santa y capital espiritual del mouridismo, a donde concurren millones de personas de todo el país y de la diáspora. Se trata de la festividad religiosa más importante del año.
En el Grand Magal se realizan cantos en honor al Cheikh y se recitan sus poemas, conocidos como khassaides.
En enero de 2011 tuve el privilegio de asistir a la celebración del Grand Magal en la Ciudad de Touba.
El primer desafío fue llegar. Durante los días festivos, las rutas quedan completamente colapsadas por los vehículos. Yo partí desde la Ciudad de Diourbel, ubicada a 45 km de Touba, y el recorrido me llevó más o menos seis horas. Viajé en la caja de un camión repleto de personas ansiosas por llegar a la Ciudad Santa. A lo largo de toda la Route Nationale Nro. 3, que comunica ambas ciudades, hay voluntarios que arrojan bolsas de agua a los peregrinos. El viaje se vive en un clima festivo y durante el recorrido se entonan cantos en honor al Cheikh. Como los embotellamientos no permiten movimiento alguno, a veces los camiones se salen de la ruta y van a través de la tierra, esquivando árboles (para evitar que las personas que estábamos en la caja del camión fuéramos golpeadas por las ramas de los árboles, un joven se ofreció como vigía y, cuando veía las ramas,  daba el grito de “Uaf” y todos, al unísono, nos poníamos al ras de la caja, entre risas).
Una vez en la Ciudad, me dirigí a la Gran Mezquita, construida en 1963 en el lugar en el que fue enterrado el Cheikh Ahmadou Bamba, en 1927.
Allí me encontré con un amigo de Ababacar Sadikh Sow (un migrante senegalés que vive en Argentina, estuvo bajo mi tutela cuando fue un niño no acompañado y ahora trabaja en la Defensoría General de la Nación), quien me invitó a celebrar el Magal en la casa de su familia. El Grand Magal es también una oportunidad para reunir a toda la familia “extendida” (extendida, claro está, desde una perspectiva occidental, que tiene en mente, como único modelo de familia posible, la “familia nuclear”).
Me invitaron a compartir un exquisito thiebu dien (arroz con pescado) presentado en una elegante bandeja de acero inoxidable. Ese plato común se sitúa en el centro y todos comen de allí, de rodillas o sentados, con la mano derecha –la izquierda queda reservada para higienizarse en el baño y, en consecuencia, queda excluida del contacto con los alimentos, el dinero y otras manos-. En general, se come en silencio, tras la bendición (con la palabra bismillah). Cuando uno se encuentra satisfecho, se retira tras pronunciar la palabra alhamdulillah, y se quedan quienes aún no han saciado su apetito. El anfitrión se encuentra atento a todos sus invitados, y es el encargado de repartir la carne, situada en el centro del plato, entre los comensales. Así, el anfitrión va desmenuzando la fuente de proteína y la va distribuyendo equitativamente entre los comensales. Según me dijeron, en algunos lugares de Senegal, si uno deja granos de arroz en su sección del plato, debe pagarle al anfitrión 1 cfa por cada grano, como un modo de darle valor a la comida. Esta forma de comer en común constituye una magnífica adaptación a situaciones de escasez relativa de alimentos, signada por un código de expectativa de reciprocidad (en castellano: si hoy yo tengo comida y vos no, te invito a compartir mi comida, y si mañana vos tenés comida y yo no, entonces podré esperar que me invites a compartir la tuya).
Tras terminar de comer, nos sentamos en unos sillones y bebimos ataia (té verde chino que se prepara muy lentamente, es dulce y espumoso y se bebe en pequeñas tacitas) mientras conversamos vivazmente sobre política y religión, con el televisor todo el tiempo prendido destellando las imágenes del festejo del Grand Magal en la Gran Mezquita y las palabras y actos del descendiente del Cheikh Ahmadou Bamba. Luego de ello, nos fuimos a dormir, varones por un lado, mujeres por otro.
A la mañana siguiente, me encontré con Adama Faye, el hermano de Alhaji Sall (migrante senegalés que tiene su puesto de venta en Talcahuano 624, frente a la Comisión de Refugiados de la Defensoría General de la Nación), quien se encontraba en Touba vendiendo las chalinas que teje en el telar artesanal situado en la parte trasera de su casa, en Diourbel. Me llevó a conocer a la madre y la esposa de otro migrante senegalés que vive actualmente en la Argentina.
Por la tarde, fuimos a la casa de la familia de Ababacar en Touba, donde tuve el placer de conocer a su mamá, a su esposa, a su pequeña hija (aún antes que él mismo) y a sus hermanos y hermanas. Junto con los hermanos de Ababacar, fuimos a visitar al marabout (líder religioso) y regresamos a la casa por la noche, donde compartimos una deliciosa camel, carne de camello (durante el Grand Magal, muchos marabouts regalan ganado y camellos a las familias que acuden a la celebración). Tras visitar a otros parientes y compartir ataia, volvimos a la casa, donde junto a sus hermanos dormimos en la terraza de la casa, bajo las estrellas.
A la mañana siguiente, tras beber un café touba (café molido con jarr, una especia picante como la pimienta) emprendí la partida hacia Mali.

Los migrantes senegaleses que viven en Argentina también celebran el Grand Magal en Buenos Aires. La Dairaa, organización religiosa, suele buscar una locación a tal fin, a la que acuden los migrantes vestidos con sus hermosos y coloridos grand-babu y permanecen toda la noche en vela. Si vos, lector, vivís en Buenos Aires y querés unirte al festejo, la comunidad te dará la bienvenida con su habitual hospitalidad y te invitará a compartir un café toubá.

Jóvenes en el camión, a la salida de Diourbel

Publicidad alusiva al Grand Magal 2011

Tren atestado de gente camino a Touba

Jóvenes en la caja del camión, camino a Touba

Disfrutando del viento en la Route Nationale Nro. 3

Felicidad en el camino a la Ciudad Santa de Touba

Niños llevan suministros de agua en un burrito

Embotellamiento en la RN 3

Arribo a la Ciudad de Touba

Puerta de entrada a Touba, capital espiritual del mouridismo

Una de las tantas mezquitas de la Ciudad de Touba

Peregrinos en la Gran Mezquita de Touba

Minarete principal de la Gran Mezquita

Gran Mezquita, donde se encuentra enterrado el
Cheikh Ahmadou Bamba

Varones rezando afuera de la Gran Mezquita

Una familia en la Gran Mezquita

Mujeres con sus mejores prendas para el festejo del Grand Magal

Madre de un migrante senegalés, vendiendo chalinas

Adama Faye (con gorro) con sus familiares

La madre de otro migrante senegalés que vive en Argentina

Thiebu dien en bandejas de acero inoxidable

Preparativos de la comida de una familia para el Grand Magal

Amaneciendo en la terraza de Touba

Uno de los tantos medios de transporte público de Touba

Un pastor con su rebaño en Touba

Calles de un barrio de Touba, coronadas por el baobab

Preparativos del café toubá

Con la familia de Ababacar Sadikh Sow

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